EL SIGLO XIX EN EUROPA
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Eres un aristócrata francés llamado Monsieur Dupoins. Cuando tenías 16 años el pintor Honoré Fragonard te retrató mientras tonteabas con tu vecina Charlotte en los jardines de la corte de Versalles. Era 1767 y para entonces ya llevabas varios años enamorado de ella. Nunca fuiste correspondido; esas piernas pizpiretas que vuelan sobre tu cabeza en el cuadro deambularon al ritmo de melodías de la música que escuchamos (Lully) por las habitaciones de otros nobles de palacio que no eran tú, y su cabeza nunca terminó en la almohada de tu cama, sino rodando por el patíbulo de la guillotina.
Hoy es 4 de agosto de 1789. Hasta hace bien poco seguías disfrutando de la vida en palacio junto a la condesa de Boullout, convertida en tu esposa. Pero la etiqueta contínua y las eternas fiestas han llegado a aburrirte y, lo que es mucho más importante: la revuelta que comenzó el 14 de julio con la toma de la Bastilla ha llegado a tus tierras. La abolición del feudalismo ha provocado una revuelta en tus campesinos hambrientos, y has decidido cambiar de aires antes de que las cosas se pongan más feas.
Elige tu destino:
[[quiero viajar a España]]
[[quiero viajar a Inglaterra]]
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ESPAÑA EN EL S.XIX
El pase que Luis XVI escribió a tu nombre ha permitido que os acepten en la corte de Carlos IV. Las fiestas, los amoríos y las intrigas palaciegas de París se repiten en España, pero ocultas tras la falsedad de un catolicismo recalcitrante.
Tras el viaje realizado desde París a esta nueva corte, has cambiado. La hambruna que has presenciado desde tu carruaje en cada pueblo francés que has cruzado te han hecho consciente del motivo de esa rabia popular. Y todo lo que antes tanto te divertía te parece ahora ridículo, frívolo, casi grotesco.
Tu hija Marie comparte tus sentimientos encontrados y se siente cada día más incómoda en palacio. Más aún cuando el mismísimo secretario de estado, Godoy, insiste en acercarse a ella con claras intenciones libertinas. En el último momento y con la excusa de organizar unos últimos detalles de la mudanza, tu mujer decidió quedarse en Versalles. Tanto tú como Marie sabéis que jamás volverá a vuestro lado: teme perder el estatus que su linaje nobiliario consiguió en la Edad Media. Así que como único responsable de la educación de tu hija, decides aceptar la invitación de tu nuevo amigo, Francisco de Goya, el pintor de la corte; tu hija y tú váis a vivir a su casa, algo más alejados de la corte.
Hasta 1793 vuestra vida queda bastante limitada al hogar del artista, porque España ha declarado la guerra a la revolución francesa y tu acento, aunque de origen nada revolucionario, resuena a enemigo en los oídos españoles. Tu hija, sin embargo, ha demostrado una gran aptitud para los idiomas, y lleva una vida normal para una chica de su edad. No obstante, un día a raíz de una inexplicable transformación en la política exterior española por la que el enemigo ya no es tu país natal sino Inglaterra, sales a la calle, te entremezclas con el pueblo, disfrutas de las costumbres españolas y conoces a una bella mujer gaditana de la que te enamoras.
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Tu hija y tú comenzáis una vida en común con ella, disfrutando de cada momento como si de alguna manera fuerais conscientes de lo que se os viene encima.
[[Vuelta a la guerra]]
Abandonas Francia en 1789. Como el buen visionario que siempre has sido, has sabido prever los acontecimientos y reaccionas en consecuencia. Haces acopio de todo el dinero en metálico, joyas y obras de arte que puedes y sacas de una ciudad casi en llamas a tu mujer y a tu recién nacido hijo.
Al llegar a Inglaterra buscáis cobijo en Lancashire. Allí, John Kay, nieto de un estimado amigo de tu padre, os aloja gustosamente. Durante años vuestras familias han estado unidas por las ansias creadoras de los Kay y el intengo de tu familia de hacer ver al monarca francés las ventajas de invertir en industria. Esfuerzos inútiles en una monarquía absolutista como la francesa. Pero la familia Kay obtuvo suficiente dinero de inversores ingleses, y a vuestra llegada ya se ha convertido en una de las familias más adineradas del Reino Unido, tras la aplicación de su invento llamado lanzadera volante a la industria textil. Ellos te animan a que inviertas tus posesiones, guiándote por los negocios de la Primera Revolución Industrial, ayudándote a pasar de noble inútil a empresario voraz de la industria textil.
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Las quejas de tus obreros no tardan en llegar, y pasas por momentos de gran tensión cuando un grupo de trabajadores en paro comienza a destrozar máquinas. Las consideran culpables de la pérdida de sus trabajos y a ti te tildan de inhumano, por echarlos sin ningún miramiento. Tu mujer te insta a que les dejes morir de hambre. Echa de menos Versalles y le molesta verte trabajar, como solo hacen los del 3ºEstado. Sin embargo, tu hijo, ahora un inteligente joven que te ayuda en los negocios, te anima a que los contrates. ¿Qué decides?
La revuelta te hace ser consciente de la situación tan miserable en la que se encuentran, escuchas a tu hijo y [[DECIDES VOLVER A CONTRATARLOS]].
O
Piensas... ¿revoluciones a mí? ¡Vengo de Francia! Estas rabietas no me afectan. [[DECIDES HACER CASO OMISO A SUS QUEJAS]]
HUNDIMIENTO DEL SAN ILDEFONSO EN LA BATALLA DE TRAFALGAR
Desgraciadamente tu navío es capturado por el capitán Nelson. Intentas huir tirándote al mar, pero mueres ahogado en el intento. Mientras desapareces en las oscuras aguas piensas en tus seres queridos al sonido de "Los esclavos felices", de Juan Crisóstomo Arriaga. Te despides de este mundo con una sonrisa en la boca y el recuerdo de disfrutar con tu hija, tu amor y tu gran amigo Goya, de esta maravillosa canción.
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TIENES SUERTE
Combates en el cabo de Trafalgar al mando del capitán Miguel Gastón; tienes la suerte de encontrarte en el navío español que menos daños sufre en la batalla, con solo siete heridos. Consigues huir en retirada de la batalla, pero no puedes volver a casa. Tu compromiso con la Marina te retiene en el navío.
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En 1807, el monarca español Carlos IV y su ministro Godoy permiten a Napoleón, por medio del tratado del Tratado de Fontainebleau, atravesar España para conquistar Portugal. Les promete compartir con España las tierras lusas. Tu navío es el único designado para acompañar a la escuadra francesa de Rosilly en una hipotética salida de Cádiz, cuando las condiciones sean las favorables debido al bloqueo con los británicos. Es el único barco de Cádiz verdaderamente preparado con todo su armamento, víveres y tripulación escogida, así que quedáis a la espera, impacientes, ansiosos , angustiados.
Escuchas comentarios entre tus abatidos compañeros, que comienzan a mirarte de soslayo: se sienten aliviados por haber sobrevivido en Trafalgar, pero al mismo tiempo muestran su incomprensión respecto a esta guerra: ¿por qué ayudar a los franceses cuando hasta hace nada era el pueblo enemigo?
[[EJÉRCITO FRANCÉS, ENEMIGO DE NUEVO]]
EL TÍO GOYA
La vida de mi familia y la mía propia han estado perseguidos por la historia de España.
El marido de mi tía nunca opinaba sobre política, no sabía leer ni debatir, pero de haber sido más docto es probable que hubiera defendido los ideales de la Revolución Francesa. De cualquier manera, en 1793 fue llamado a filas para luchar contra ella y defender a Luis XVI, pariente francés de nuestro también monarca absolutista Carlos IV. En una guerra que ni le iba ni le venía, dejó a mi primo huérfano de padre y con una rabia loca contra los franceses revolucionarios.
Pero a mi primo contra quien le tocó pelear fue, como usted, contra los ingleses en la batalla de Trafalgar. Sus compañeros de navío contaron que no cayó al agua sino que fue un disparo del mismísimo capitán Nelson el que lo abatió. Mi pobre tía, esgrimiendo una sonrisa cínica ante el sinsentido de ese orgullo patrio, se tiró al mar de la costa gaditana, muy cerca del hogar de mi familia materna.
Todo el mundo conoce a mi padre, aunque nadie sabe su nombre. El tío Paco lo retrató como un héroe, brazos alzados en cruz mientras increpaba a sus ejecutores. Para pintar el cuadro -me contó- se había dejado guiar por las indicaciones del único superviviente de los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío; éste había tenido la suerte de caer bajo la protección del cuerpo sin vida de otro insurgente, que le hizo de parapeto contra las balas. El trama por esta experiencia le había dejado tartamudo de por vida; el tío Paco me describía mientras reía cuánto les había costado entenderse, uno con el discurso entrecortado y otro más sordo que una tapia.
[[LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO]]
LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO
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Dicen que el tío Paco se volvió un amargado cuando perdió el oído, pero a mí siempre me contó que para él fue un placer recibir el don del aislamiento cuando todo a su alrededor le causaba repulsión. En estos últimos años me narró cuáles eran todas esas cosas que tanto odiaba. Así he llegado a entender qué llevó a mi padre a sublevarse, a luchar y a morir por una causa. Pero no puedo evitar sentir qué poco vale ninguna causa si hay que dar una vida a cambio.
Me contó con añoranza sus primeros trabajos, en la Real Fábrica de Tapices, donde disfrutaba retratando escenas costumbristas del pueblo español, al que amaba y criticaba por igual. Se enorgullecía de todas esas tareas y hacía hincapié en el trabajo de todas las manos que las hacían posible.
[[TAPIZ EL QUITASOL]]
TAPIZ EL QUITASOL
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Conforme narraba su ascenso hacia la fama una sombra de tristeza oscurecía su rostro arrugado. La parca información que daba bien podía parecer la de cualquier biografía escueta; pero sus gestos bruscos y rabiosos y la lluvia de adjetivos que acompañaban los nombres de cada mandatario recreaban la historia de una decepción inmensa.
[[RETRATO DE LA FAMILIA DE CARLOS IV]]
RETRATO DE LA FAMILIA DE CARLOS IV
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Se atrevió a retratar a una familia imperfecta a todas luces, presidida en la sombra por el amante de una reina que manejaba a su esposo como le venía en gana, y con él a todo un país. El tío Paco culpaba de casi todo al ministro Godoy. Lo consideraba un tipo fatuo e insolente. A veces hablaba de cuánto le gustó que el Motín de Aranjuez promoviera la derrota de Carlos IV y con él la de este ministro que los había vendido al enemigo francés, pero entonces analizaba la alternativa (Fernando VII) y rectificaba, contemplando el infinito con una mirada lánguida. “¿Pero quién era Godoy?”, le preguntaba yo. “Un chulo malnacido que se metía en todas partes”. Julianne, la encargada de llevar la granja de nuestra casa, me explicó que lo que en realidad aborrecía el tío Paco del ministro Godoy no eran sus equivocadas decisiones políticas, sino el hecho de que consiguiera todas las atenciones de su deseada Duquesa de Alba, a la que él, embelesado, tantas veces había retratado.
[[LA MAJA VESTIDA]]
LA MAJA VESTIDA
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LA MAJA DESNUDA
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Con mi habitual curiosidad, rebusqué entre sus cientos de esbozos el retrato de alguna mujer, y encontré unas líneas sinuosas que parecían delimitar un cuerpo femenino. “¿A quién estabas dibujando aquí?” pregunté. Arrancó los dibujos de mis manos y, por primera y única vez, me echó de su taller. Al día siguiente me hizo llamar para seguir hablando conmigo como si nada hubiera sucedido. Entendí su desamor y jamás volví a preguntar por la duquesa.
[[RETRATO DE LA DUQUESA DE ALBA]]
RETRATO DE LA DUQUESA DE ALBA
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“Si Godoy era un inepto, Fernando era el demonio”, prosiguió. Recordó con tristeza a todos los españoles que con tantas ansias habían luchado por la vuelta de El Deseado. “Entre ellos tu padre”, dijo. Goya recordó cómo tras el breve oasis intelectual de Carlos III los reyes decidieron ir a por su amigo Jovellanos, y con él intentaron reprimir cualquier intento ilustrado en España. “Esta ferocidad propia de los Borbones contra parte de una sociedad que buscaba más libertad la retraté también en Los Caprichos”. Entonces me regaló el boceto de “Tú que no puedes”, el primero del que me tuve que desprender más adelante, por necesidad. No pasó igual con Los desastres de la Guerra; si solo guardo uno es por el sufrimiento que emana de todos ellos y me hace pensar en la muerte de mi padre y la tristeza del propio Goya.
[[TÚ QUÉ NO PUEDES]]
TÚ QUE NO PUEDES, DE LA SERIE LOS CAPRICHOS
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El grito del “Viva la Pepa” fue todo lo que contó sobre los grandes logros liberales de Cádiz. Poco más era necesario, ya que esta es la única parte de la historia de España que mi madre me había relatado. Como buena gaditana liberal, alegre y optimista, decidió no mirar hacia atrás cuando mi padre fue asesinado y luchó por sacarnos adelante tanto a mí como a la revolución que había comenzado en su ciudad. Pero la vuelta de Fernando VII al trono, tras el fin de la Guerra de la Independencia en 1815, supuso el retorno del absolutismo y la persecución de todos los liberales, entre ellos mi familia y otros amigos del tío Paco.
[[SATURNO DEVORANDO A SUS HIJOS]]
SATURNO DEVORANDO A SUS HIJOS
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A él, los fieles a la corona le tachaban de afrancesado; al principio eso le hacía rabiar, pero luego se dio por vencido, siguió el paso de muchos y vino al otro lado de los pirineos con nosotros. Entonces fue cuando hizo Las Pinturas Negras, entre ellas Saturno devorando a sus hijos. “La patria merendándose a quien la había liberado”, me dijo. “Y durante tres años, ¡tres!, soñé qué lo conseguiríamos… Pero fue solo otra alucinación liberal”. Mencionó a su querida Mariana Pineda y me pareció ver lágrimas en sus ojos. Tan tenebrosa era su visión de España que predijo más guerras civiles como las carlistas en sus obras.
[[DUELO A GARROTAZOS]]
DUELO A GARROTAZOS
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Desde entonces trabajó poco para el público, pero dedicó horas y horas a pintar a nuestra granjera. Eso me cogió totalmente por sorpresa, pero no tanto como cuando me pidió que posara para colocar mi rostro sobre los hombros de Julianne. Quiso retratarme como una joven de pueblo feliz y serena que vive ajena a los problemas políticos que definen a su país. Nada más lejos de la realidad, como demuestran los hechos que han marcado mi vida.
[[LA LECHERA]]
LA LECHERA
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Sientes la suave mano de tu cuidadora agarrando la tuya con firmeza. Te sonríe, con una sonrisa nostálgica. Se levanta para regalarte una de esas canciones al violín que tanto te gustan. Le pides que te despida de Marie. Cierras los ojos y disfrutas de uno de los más grandes músicos de la España del s.XIX, Pablo Sarasate.
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EJÉRCITO FRANCÉS, ENEMIGO DE NUEVO
Este hartazgo, cada vez más generalizado entre el pueblo español, es aprovechado por Fernando VII (hijo del rey) para llevar a cabo un motín en el Escorial y conseguir así echar a Godoy y reemplazar a su padre en el trono. Lo consigue pero brevemente, porque Napoleón tiene otros planes para España: en mayo de 1808 invita tanto a Carlos IV como a Fernando VII a una reunión en Bayona. Una vez allí, quedan retenidos tras ser informados de que el número inicial de soldados franceses que iba a traspasar España camino a Portugal, (25.000 hombres de infantería y 3.000 de caballería) se va a triplicar. "Ya de paso" -Napoleón aprovecha el momento y les informa- "mis hombres harán una alto en el camino y también se harán con España". Padre e hijo, monarcas destronados, quedan estupefactos. Mientras tanto, Pamplona es la primera en caer tras una tonta pelea de bolas de nieve, el 16 de febrero de ese mismo año 1808.
Desde ese momento te conviertes oficialmente en el enemigo. En un juicio rápido el apoyo del capitán Gastón te libra de la muerte, pero pasas a ser prisionero de tus ex-compañeros, que metidos en guerra ahora sí contra los franceses, en junio de 1808 capturan a la escuadra francesa de Rosilly en Cádiz. Entonces, eres testigo desde tu calabozo de la nueva orden del comandante: informa al resto de la tripulación de que váis a viajar hasta la Habana para traer 8 millones de pesos y llevar la noticia de la declaración de guerra a Francia. Una vez desembarcados, Enrique, uno de tus grandes compañeros, deja caer las llaves del calabozo junto a los barrotes.
[[COGES LAS LLAVES Y HUYES]]
COGES LAS LLAVES Y HUYES
Huyes como alma que lleva el diablo y te escondes entre las calles de la capital cubana.
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¿Qué decides?
Te gusta la isla, te sientes cansado, viejo. Te da miedo volver a España, así que escribes a Goya para que avise a Marie: [[has decidido huir a Estados Unidos]].
O
Desde el momento en que pones el pie en la isla, comienzas a buscarte la vida para conseguir el dinero suficiente y [[volver a España]].
Las 13 colonias, ya convertidas en un nuevo país independiente de la corona británica, te acogen en lo que será la enorme ciudad de Kansas.
Al bajar del tren una ola de polvo se mete en tus pulmones, y no puedes parar de toser hasta que llegas al salón más cercano, donde pides un whisky aguado y conoces al dueño de una plantación que te ofrece un trabajo como capataz. Piensa que estarás calificado para manejar el látigo.
Nada más lejos de la realidad: ayudas a más de un esclavo a escapar, y a pesar de que son cientos el patrón te descubre. Robas un caballo e intentas escapar, pero el paisaje de Missouri no te ofrece demasiados escondites.
Dan contigo y terminas colgado de un árbol, tu tez de francés aristocrático pendiendo de una rama entre dos cabezas mozambiqueñas.
Pasan los años y tu mujer quiere hacerte ver que ella tenía razón: ahora la competencia duplica tus ingresos. Tu hijo se siente responsable de haberte empujado a tomar esa decisión. Pero las ventas van aumentando poco a poco, y consigues establecer tu negocio como una humilde empresa dentro de la región. De todas maneras, nunca llegarás a recuperar tu fortuna anterior, y tu salud empeora.
En tu lecho de muerte, escuchas a tu hijo anunciarte la llegada próxima de una nieta. Ansías verla antes de morir, pero ella nace en el momento en el que tú mueres.
[[TU NIETA JULIETTE, SOCIALISTA]]
DECIDES HACER CASO OMISO A SUS QUEJAS
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Las manifestaciones se recrudecen, y punto estáis de tener que salir huyendo otra vez de un país. Pero el mecanismo de la revolución industrial ya no puede parar, las máquinas continúan triunfando y con ellos tu familia.
Desde esta actual cercanía con otros tantos inventores llegados de toda Europa a Gran Bretaña, seguís invirtiendo y acumulando más y más dinero, pero en 1820 tu salud empeora.
En tu lecho de muerte, escuchas a tu hijo anunciarte la llegada próxima de una nieta. Ansías verla antes de morir, pero ella nace en el momento en el que tú mueres.
[[TU NIETA JULIETTE, CAPITALISTA]]
Tu nombre es Juliette. Muestras un gran interés por los negocios, y pasas gran rato en el despacho de tu padre, viendo cómo incrementa la riqueza del abuelo que nunca llegaste a conocer pero al que te siente tan unida. Tu libro de mesa es “La riqueza de las naciones”, de Adam Smith. Tu abuelo de lo dejó en herencia y lo has releído tantas veces que te lo sabes de memoria. Mantienes el gusto de la abuela por una presencia impecable y combinas como nadie una imagen tradicional con una agresiva actitud empresarial. Te dejas ver en la ópera en cada representación de Wagner, para ver y ser vista mientras escuchas esta "Cabalgata de las Valkirias" que ahora suena. Aprendes a seguir aumentando los beneficios de las empresas familiares, consiguiendo ingresos por encima de los costes. Siempre por encima de los costes, lo que invariablemente implicaba reducir el gasto en mano de obra, y aplacar más revueltas con mano de hierro.
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Tu nombre es Juliette. A pesar del peso que lleva tu padre sobre sus espaldas, siempre sintiéndose culpable de la muerte de tu abuelo, tú estás orgullosa de las decisiones que tomó, y de hecho te sientes muy cercana a él.
Desde pequeña haces incómodas preguntas sobre las educación de los niños que trabajaban en las fábricas y dejas entrever una clara empatía con las manifestaciones que de tanto en cuando se organizaban contra otras familias.
La empatía con el proletariado llegó a su culmen cuando comienzas un romance con un tal Engels… Y ésto es solo el comienzo. A través de Engels conoces a Marx, y te conviertes en una de las máximas organizadoras de la Primera Internacional de 1864 en Londres.
Vives allí durante años, leyendo y escribiendo panfletos socialistas e intentando movilizar al proletariado. Nada parece poder cambiar tus ideales, hasta que en 1871 son éstos los que te llevan a volver al país del que una vez huyó tu familia para luchar en la Comuna de París contra una posible vuelta del absolutismo.
Allí, en Francia, peleas por un proyecto político popular auto-gestionado que la hace acercarse a las ideas de Bakunin. Tonteas con el anarquismo en tus últimos años mientras lapidas la pequeña fortuna familiar
Lo gastas todo en sobrevivir mientras seguía escribiendo sobre las ventajas del socialismo e intentas poner en contacto a marxistas de todo el mundo. Así es como en 1914 conoces a Rosa Luxemburgo en Berlín, junto a la que intentas frenar la primera guerra mundial.
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Tu tardía muerte ese mismo año te salva de acabar en manos de los freikorps, que torturan y asesinan a Rosa y a otros tantos compañeros.
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Es 1805. Tu poder económico ha caído en picado desde que dejaste la corte, pero eres feliz con tu nueva esposa, a la que Marie adora. La política vuelve de nuevo a truncar tu vida y, a pesar de tu alta edad, eres llamado a filas para luchar contra los ingleses en Trafalgar.
Dejas a tu amigo Goya al cuidado de tu familia. Os despedís pensando que pronto volverás.
Tienes dos opciones (la opción de desertar queda descartada, porque implica huir del país y no tienes a dónde ir):
[[Ir a la guerra y alistarte en el navío San Ildefonso]].
[[Ir a la guerra y alistarte en el navío San Justo]].
Intentas por todos los medios volver a España, pero la guerra contra los franceses dura hasta 1814 y no puedes regresar. De hecho, no es hasta muchos años después cuando puedes volver a ver a tu hija.
Ahora ella se encuentra en Francia; es una liberada exiliada más que tuvo que huir del reinado de Fernando VII en España. Vive en casa de tu amigo Goya, también exiliado en Burdeos, quien vuelve a acogerte. Todos sabéis que, después de los padecido en los últimos años, no te queda mucho tiempo, pero es tu gran amigo pintor el primero en fallecer. La sobrina de éste es la que queda encargada de tu cuidado mientras tu hija trabaja noche y día. Ella te cuenta la historia de su vida, que es la historia de España del último siglo, para que entiendas por qué tanto tu hija como Goya tuvieron que huir. [[La escuchas, atento, antes de morir]].